miércoles, 21 de abril de 2010

Juan 15:1-8 Jesús, Dios y nosotros

Juan 15:1-8

Jesús la vid verdadera

*Desde ya me disculpo por la falta del enfoque en el día de la tierra, pero considero que el pasaje perdía su esencia si se le daba un giro de este tipo.

Antes de empezar a leer el pasaje, sugiero que lean los capítulos periféricos y si es posible los complementos de las historias en los demás evangelios, ya que esto dará una muy buena idea de lo que estaba sucediendo, del estado mental y físico de Jesús y los discípulos. Esto nos ayuda porque podemos entender de una mejor manera cómo estaba Jesús, qué estaba sintiendo, y así también los discípulos, qué pensaban ellos, el estado en que recibieron lo que se les dijo. Luego de esto leamos el pasaje muchas veces y en distintas versiones para entender a cabalidad lo que quiso decir Jesús, no lo que creemos haber entendido.

¿Quién habla y a quiénes habla?

Según como se ha desenvuelto la historia hasta este capítulo, los discípulos y Jesús se encuentran en el aposento alto. Judas había salido ya según el v.30 del cap. 13. El resto de los discípulos se encontraban con Él. El último versículo del cap. 14 nos hace pensar que habían terminado ya de comer, porque Jesús dice que se levanten. Entrando en detalles, tenemos únicamente a los discípulos verdaderos de Jesús y a Jesús. El traidor ya no se encontraba, por lo tanto solamente los verdaderos seguidores de Jesús se encontraban con Él y a ellos es a quienes les habla. El perfil de un verdadero discípulo es aquel que tiene y está en intimidad con Jesús.

(Versículos 1-3) Estando en la vid

“Yo soy” Jesús se adjudica el título de la vid verdadera. Jesús es. Es importante notar que el inicio de esta afirmación viene directamente después de haber dicho que Él ama al Padre y que hace lo que él le ordena (v. 14:31). Por lo tanto que Jesús sea la vid verdadera es directamente acción de amor y de la voluntad del Padre. “la vid” ¿Qué es la vid? La vid es toda la planta, no es solamente la raíz, vid es el nombre de la planta en su totalidad. “verdadera” ¿hay una vid que no es la verdadera? Usualmente se cree que la intención es contrastarse con Israel, viña plantada que resultó ser estéril. (Is. 5:1-7) El pueblo de Israel se menciona como viña que se plantó con semillas de la mejor calidad pero dio uvas silvestres en vez de uvas, o sea uvas agrias en vez de dulces. “Mi Padre es el labrador” Jesús utiliza el “mi” para resaltar que la relación que tiene Él con el Padre es más cercana que cualquier otro, denota intimidad con Dios Padre. “es el labrador” El Padre es el encargado de podar. Jesús es el que está presente, Él es por lo tanto la fuente del fruto que desemboca en los pámpanos. El Padre vela porque el mecanismo de llegar el fruto a florecer a la superficie sea real. Si esto no se está dando, sabiendo que el fruto es inminente y perfecto ya que Jesús es la vid, entonces el pámpano no está trabajando. Éste por lo tanto es cortado. Decir que Jesús es la vid, no solamente se refiere a que Él es lo que da vida a los pámpanos, sino que los pámpanos son inherentemente de la vid. Por eso se entiende en sobremanera que los que no llevan fruto serán quitados y aquel que si lleve, será podado o limpiado para que lleve más fruto. El llevar más fruto es el objetivo final. Si Jesús es la vid, no puede ser que ésta tenga algo mediocre o no excelente. Es por esto que de nuevo se ve la radicalidad de ser o no ser. Si no se es se desecha, si se es se perfecciona, se mantiene libre de toda tendencia a la podredumbre o cualquier tipo de crecimiento que aunque bien sea crecimiento no lleve a dar fruto. Recordemos que está hablando a los discípulos verdaderos, esto es un reto incalculable a todos los que pretendemos ser discípulos de Él, ya que a los que ya son, a éstos advierte. “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” El “ya” nos deja un sabor de tiempo presente, ahora mismo, y debido a que ya “estáis” limpios, notamos que no es de ser o no ser sino de estar. Es un estado que puede cambiar si no se mantiene la razón por la cual se han limpiado. ¿Cuál es la razón? “por la palabra que os he hablado” Debido a lo que Jesús ha enseñado, los discípulos están limpios. Ellos han escuchado, entendido, aceptado y practicado poco a poco la palabra que se les ha hablado.

(Versículo 4) Permaneciendo en la vid

“Permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por si mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.” Aunque limpios, podemos ensuciarnos de nuevo. Como mencionábamos la limpieza es un “estar”. Puede cambiar sino se mantienen las condiciones adecuadas. La permanencia en Jesús es indispensable ya que sin esta permanencia según los versículos anteriores ya no estamos en la vid, sino hemos sido quitados. La permanencia nos hace recordar la santificación. Porque es un proceso. Es un proceso de mantenernos unidos íntimamente a Jesús. Esto denota una relación personal, cercana, de intimidad, de vulnerabilidad pero de efectividad y de resultados.

(Versículo 5) Resultado de permanecer

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Inevitablemente el resultado de un caminar, o sea de un crecimiento saludable, adecuado de la planta, es abundante fruto. ¿Qué “fruto” estamos dando nosotros como discípulos-universitarios? ¿Qué promovemos con nuestras acciones? El discípulo que ha permanecido, esto es que ha mantenido la unidad a Cristo indefinidamente, será portador de fruto abundante que inevitablemente viene a su vez de Jesús. Es interesante e importante que no somos el fruto, somos portador de Él, del crecimiento vela el Padre ya que Él es el labrador. Ser portadores significa no ser lo grandioso sino portar lo grandioso. Es un llamado a la humildad y a que a través de nosotros Dios sea glorificado, nunca el complemente es a la rama que porta el fruto sino a la planta entera que incluye a la rama y al fruto o sea a la vid que es Jesús.

(Versículo 6) ¿y si no permanezco?

Como mencionamos podemos ensuciarnos. El ensuciarnos y no limpiarnos conduce a pagar un precio. “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” Un amigo mío decía: “El molino de Dios muele despacio, pero muele.” La factura nos la van a pasar. Pensamos que vivimos en un estado de “gracia” y “amor” de tal forma que no hay consecuencia a cualquier acción errónea o pecaminosa que tomamos. De nuevo, recordemos que Jesús habla a sus discípulos, ellos lo conocían y este mensaje era hasta en cierta forma repetido, aún así lo dice y lo dice fuerte. El resultado de ir fuera de la vid es siempre fuego consumidor, muerte, separación de Dios y de la participación en cierta medida de sus planes.

(Versículo 7) La oración contestada

La obediencia a las enseñanzas de Jesús resulta en una oración contestada. “Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Cuando entendemos que la permanencia en la vid es nuestro deber, y la obediencia resultado del entendimiento del objetivo de llevar más fruto, nuestras oraciones son contestadas. Es difícil no pensar en cualquier tipo de petición cuando leemos esto por primera vez. Pero si leemos cuidadosamente veremos que cuando sus palabras permanecen en nosotros, lo que pedimos será hecho. ¿Cuáles son sus palabras? ¿Qué tipo de cosas vienen a nuestra mente cuando escuchamos la expresión, “pidan lo que quieran que será hecho”? Cuando la palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros, podemos confiadamente pedir todo cuanto queramos y no será hecho. Esto es porque la enseñanza de Cristo es la que da nacimiento a la oración adecuada.

(Versículo 8) Discipulado que glorifica a Dios

El llevar mucho fruto es muestra fehaciente del discipulado con Jesús. Esto le da la gloria a Dios. Conformarnos al patrón de discípulos es llevar cada vez más fruto. Esto es ser aprendiz de Cristo que va cada vez más procurando la semejanza al modelo original que es Jesús mismo.

Reflexiones finales

(respirando)

Jesús está literalmente a horas de lo que sería una de las muertes más sangrientas y violentas de toda la historia de la humanidad. Muchos estarían despidiéndose, otros huyendo, más la despedida de Jesús es dar la introducción a lo que sería el discurso más grande de Jesús a sus verdaderos discípulos, en intimidad; preparándolos desde los cimientos de su fe para llegar a lo que les iba de acontecer, sus dificultades y la esperanza de la victoria por venir. Juan 15-17 Contextualizando todo el mensaje, creo que el enfoque y reto a nuestros compañeros puede ser, ¿En qué cimentamos nuestra vida? ¿En qué objeto permanecemos y a partir de allí actuamos? Muchas veces este objeto puede ser la búsqueda del éxito. Otras veces sencillamente algún tipo de búsqueda de relaciones significativas, lo cual implica cualquier medio para lograr algo que se parezca a una relación que tenga sentido, ya sea de amistad, sentimental, de familia, etc. ¿A qué tipo de “vid” falsa estamos unidos, y por lo tanto qué fruto impulsa de nosotros esa vid? Nuestros actos que se reflejan en nuestro andar, son destellos claros de lo que está dándonos razones de vivir. La universidad es un campo en donde la “vid” predominante es el dinero, el éxito, la moda, la belleza, la inteligencia, etc. Cada quien nombre lo que venga a su mente. El reto en este día es abrir nuestros ojos, salirnos del fuego y glorificar al Padre llevando todo el fruto que Él quiera manifestar a través de una relación íntima, cercana, con la vid verdadera que es Cristo.

Bendiciones.

Esgrid Sikahall

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